
Desembarcando a por galettes: Paseando a Miss Resaca
DÍA 4: RENNES-VITRÉ-RENNES
Unos ronquidos infernales y a dúo me despiertan, me incorporo, miro la hora y aún es temprano, el obrero de mi cabeza proseguía con su martillo neumático a toda leche. Después de intentar dormir, evitar los ronquidos y demás, vi que era tarea imposible por lo que empecé a dar por saco y se fue despertando la gente.
Una vez desayunados fuimos a dar un garbeo por la ciudad, primero pasamos por la iglesia de Santa Ana, luego llegamos hasta la plaza Hoche y fuimos hasta la Iglesia de Notre Dame, unas foteles y nos metimos en los jardines de Thabor.
Los jardines eran muy grandes, había varios senderos y diferentes parques dentro de los mismos, dimos una buena pateada llegando hasta un alcornoque donde la gente entrena su boxeo dándole puñetazos. Volviendo sobre nuestros pasos llegamos hasta una plazuela donde había un aviario repleto de infinidad de pájaros…al chino le gustaron un montón y nos quedamos ahí vacilándole un buen rato.
Después Manu siguió con la ruta turística pasando por delante del Parlamento Bretón y la Place de la Miarie donde están el ayuntamiento y la ópera. Llegamos hasta el río y vimos la plaza de la república, de ahí volvimos hacia el centro por la capilla de St Yves también vimos la extraña catedral neoclásica y paseamos por varias calles con casas super cucas, algunas de las cuales habíamos visitado la noche anterior ya que son baretos. De camino a casa, teníamos ya hambre, pasamos por la place des Lyces y por la bella plaza de St Michel.
Ya en casa, Lara había preparado comida para todos, pusimos la mesa y a engullir. Tocaba tiempo de siesta pero entre la peli que estaban viendo unos y la resaca no conseguí dormir nada.
Nuestra intención era ir todos al bosque de Merlín, pero como solo teníamos un coche alquilado pues fuimos a la estación a mirar horarios, al final no fueron compatibles con lo que decidimos ir a Vitré los 5 visitantes, dejando a Manu y Lara en casa.
Vitré es un pueblecillo medieval que está bastante cerca de Rennes, no tardamos mucho en llegar, aparcamos y fuimos a dar un garbeo por el ya solitario pueblo, era Domingo y estaba anocheciendo. Las callejuelas, típicas de la zona, desembocaban en un impresionante y bonito castillo, hicimos un poco el tonto unas cuantas fotos y buscamos algo para cenar…encontramos una creperie típica bretona y no dudamos en entrar, además la camarera sabía algo de español y les calló en gracia a esta gente, vamos que estaba de buen ver.
Pedimos las tradicionales galettes, cada uno de un sabor distinto, pero estaban brutales!!También degustamos sidra bretona en tacita del desayuno (que cosas tiene esta gente) y unos crepes dulces como postre…
Una vez gordos volvimos al coche y de ahí a Rennes, buscamos sitio para aparcar y a casa de Manu a sopar. Nos picamos un poco con la Play a un juego de peleas y nos acostamos entre los ronquidos habituales y ensordecedores de Soto y Chino.

