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India y Nepal: un viaje en el tiempo. I: Delhi

Esta aventura comenzó a forjarse en el momento en que Esther se marchó a Delhi a trabajar allá por 2010, desde ese instante, nuestras mentes conscientes de que era la excusa perfecta comenzaron a maquinar el viaje de nuestras vacaciones de verano. Hasta que no llegó Julio de 2010 no dimos uno de los pasos definitivos pero no nos podíamos demorar más ya que si no los precios se irían de madre. Entramos en Internet y sacamos los billetes con el beneplácito de Esther, por supuesto. Así comenzaría este viaje a India y Nepal.

Para quien no lo sepa, Esther es una amiga de Gala desde el colegio. La maquinaria de los viajes comenzaba a andar, esta vez se trataba de un viaje diferente tanto por su duración como por el destino. Días después Ángela y Carla se sacan sus billetes, coincidiremos con ellas por aquellos lindes tan solo unos días, tendremos que unificar itinerarios durante ese tiempo. Una visita a vacunación internacional nos puso al día para no pillar ninguna bicha por aquellos países. 

Esta vez la planificación corrió de mi cuenta, ya que Gala tuvo un verano más bien ocupado. Tras hacerme con las lonely planet de Norte de India y Nepal me puse a fondo con los posibles itinerarios y una vez aceptados por todos tocaba la parte de reserva de los trenes indios, ya que 1300 millones de personas son mucha gente para pillar el billete el día de antes y más en ciertos trayectos.

Así pues, la primera semana llegaríamos a Delhi para el día siguiente ir hasta Agra y poder ver amanecer sobe el Taj Mahal, de ahí ir a visitar el pequeño pueblo de Datia, dejar en incógnita el siguiente día y finiquitar la semana dos días en Varanasi, donde probablemente nos encontraríamos también con Jullack. Allí nos despediríamos de todos para pasar la siguiente semana en tierras nepalíes, volver en avión hasta Delhi y empezar un tour ambicioso por el Rajastán en la última semana: Jodhpur, Udaipur y Pushkar en 5 días. 

El siguiente paso fue el burocrático, con el cambio de normativa del visado indio nos la liaron parda para poder entrar y salir del país (nuestra visita a Nepal) durante los dos primeros meses. Al final, con el vuelo de Kathmandú a Delhi, nos pusieron el famoso sello “Permitted to re-enter India within 2 months, registration required within 14 days”; ese registration required fue un gran quebradero de cabeza y la búsqueda por foros no dio claros frutos. No sabíamos si era necesario ese registro o no, había gente que decía que sí y gente que con el sello ya no hacía falta. Para curarnos en salud rellenamos todas las hojas necesarias para por si acaso ir al FRRO a hacer el maldito registro. 

Tocaba empaparse un poco de lo que nos íbamos a encontrar allí, de cuánta y qué ropa llevar y por supuesto medicinas. Los foros y diarios de Internet son de gran ayuda, el tener una persona viviendo allí mucho mayor, así que conseguimos todo lo necesario casi en el último día antes de partir. Solo quedaba hacer la maleta y mentalizarnos de que pronto empezarían tan atípicas vacaciones. La última semana fue intensa en preparativos y más al hablar con Carla y Ángela que ya llevaban esa semana por allí y a Carla le dio un mal en la tripa y estuvo con fiebres y diarreas fuertes sin poder salir de casa. Dos días antes de irnos parece que estaba ya más recuperada, pero aún así nos animó a comprar ciertos medicamentos.

En este diario aparte de contar nuestras vivencias, como es el fin de todo diario, voy a intentar dar impresiones y consejos para que el que se anime tenga otro punto de vista.

Espero que os guste. 

Capítulo I. Llegando a Delhi 

¡¡¡Bufff!!! Son las 4 am, tocaba ponerse en pie para ir al aeropuerto. Pillamos un taxi hacia la T4: 35€ y media hora, salidas. Buscamos nuestro mostrador de facturación y nos intentan hacer el check in mediante la máquina, todo fue bien hasta la impresión de billetes que al no leer nuestros pasaportes tuvimos que ir a la cola “normal”. Con las tarjetas de embarque ya en la mano fuimos a pillar el trenecito hacia la T4S. Allí nos sentamos cerca de la puerta correspondiente y a esperar a que el tiempo fuera muriendo.

Ya subíamos al avión, British Airways fue la compañía y la verdad nos trataron muy bien. En este primer vuelo ya nos dieron de desayunar y se iba bastante cómodo. Se nos pasaron las casi 3h de trayecto bastante rápido, no recuerdo que fuera un vuelo pesado. Nuestra cabeza estaba en otras cosas, lejos ya de la rutina diaria. Eso sí, necesaria una sudadera si no se quiere uno morir congelado. Aterrizamos en Heathrow con 20min de retraso, lo que nos hizo ponernos algo nerviosos ya que solo teníamos 85min para hacer la escala y había que cambiar de terminal.

Seguimos las indicaciones del inmenso aeropuerto y bajamos unas escaleras para pillar un bus que nos llevara a la terminal correspondiente. El trayecto duró unos 15minutos. Una vez en la nueva terminal tocó pasar de nuevo un control de equipaje de mano. Después buscamos ávidamente nuestra puerta de embarque en las pantallas y fuimos para allá. Desde que bajamos del avión hasta llegar a nuestra puerta de embarque pasó alrededor de 1h. 

Esperando en Barajas

Fue llegar y a los 5min comenzar el embarque, el avión era gigante, un bus nos llevó hasta él. Me recordó al avión de cuando fui a Jamaica pero modernizado, pensándolo bien habían pasado ya 7 años desde aquello. Para Gala era su primer vuelo “largo”. Los asientos eran muy cómodos y además iba medio vacío. Pronto empezamos a toquetear la pantalla y los canales que tenía. Nada más despegar nos ofrecieron bebida fresca y al rato nuestros oídos y estómagos montaron una fiesta con la palabra Tikka Massala que sonaba por el altavoz.

Un rato después teníamos la comida en nuestro poder, la verdad que nos pusimos como el kiko: el pollo tikka massala, un postre estilo arroz con leche cojonudísimo y garbanzos con patatas, eso sí, todo al estilo indio, que se traduce como picante y especiado. Decidimos descansar un rato, el viaje era largo y aunque queríamos aguantar para no tener mucho jet lag una siesta no nos iba a venir mal. Así que pillamos nuestra mantita y a descansar. Nos levantamos con aires renovados y nos pusimos a ver series y a leer un rato. Vamos, que no nos aburrimos mucho. Una hora antes de aterrizar nos dieron de cenar.

Eran las 11 de la noche en tierras indias y nuestro avión tocaba tierra mojada, estaba lloviendo bastante, el monzón aún persistía. Salimos de la aeronave y penetramos en el lujoso aeropuerto de Delhi, esta todo novísimo y todo el suelo enmoquetado. La caminata hasta el control de pasaportes es larguísima y unas cintas transportadoras te hacen más rápido el avance. Pasamos el control policial sin sobresaltos y preguntamos lo del registro en el FRRO, nos dijeron que no era necesario. Nuestras maletas fueron las primeras en salir, así que de lujo, ya solo nos quedaba conseguir rupees y tendríamos el equipo a punto.

Al salir al vestíbulo principal buscamos un cajero y tras una primera intentona pudimos obtener billetes indios en una máquina de city bank. Íbamos a pisar el exterior, las puertas automáticas se abrieron y nada más hacerlo mi vista se nubló, no, no me mareé del intenso calor que hacía ni fue un bajón de tensión por la acuciante humedad, fueron mis gafas quienes se empañaron al instante. Las llevaba puestas para ver bien los carteles, menos mal que se aclimataron y pudimos encontrar el camino hacia los taxis prepago. Continuamos por un paso inferior y pagamos 300 Rp (el cambio estaba a unas 60Rp/€) hasta la dirección que Esther nos había proporcionado.

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Nada más salir del aeropuerto el tío se para y nos pregunta si se puede cambiar la camiseta, así que ni corto ni perezoso se echa al arcén, se baja, se quita el uniforme y se enfunda una camiseta más ligera. Cuando vamos llegando a la ciudad el tráfico se fue intensificando, pero se podía conducir sin problemas. Nuestra primera impresión no puede ser otra que de tristeza al ver la cantidad de gente que duerme en la calle, los famélicos perros que campean en busca de comida y el no poder distinguir entre delgadez extrema y ausencia de vida en algunos de los semidesnudos cuerpos que parecen crecer del asfalto. 

Llegamos hasta un sitio que se supone es la zona donde vive Esther, pero no vemos ninguna de las referencias que nos había dicho. Hablamos con el taxista y le dejo una chuleta que me había hecho. Él estaba en Safardjang Enclave pero no en la calle correcta. Se baja del coche y empieza a preguntar a los que allí había, se vuelve a montar y comienza el tour de Delhi. El conductor se desespera tanto que nos quiere dejar allí tirados, tras hablar con él y comerle el coco sigue dando vueltas sin saber a donde ir.

De nuevo para el coche, esta vez ya más cabreado y decidido a abandonar su tarea, así que contraatacamos llamando a Esther y poniéndola al teléfono con le taxista. No parece haberle hecho ningún caso, pero refunfuñando continúa su tarea. Eso sí, ya nos estaba pidiendo más dinero. No le digo ni si ni no para que siguiera, pero otros tantos minutos por la zona se enfada del todo y vuelve a parar el coche.

Esta vez nuestra discusión la oyen unos que por allí pasaban y muy amables creemos que le dicen al tío algo así como que nos llevara hasta allí que estábamos cerca, porque nos sonrieron y el tío enfurruñado cogió el volante y en menos de 2min llegamos al punto de encuentro. Nos pidió propina y le dijimos que si quería propina que esperara a nuestra amiga. Llegó Esther con una vecina india amiga suya, que tras saludarnos efusivamente, estuvieron ahí rallándole la cabeza, no llevaban tampoco billetes pequeños con lo que nos acompañó hasta la puerta de su casa para bajar algo de pasta y dársela.

Nosotros nos quedamos arriba pero al bajar Esther nos contó que el tío todo orgulloso y en plan no quiero tu sucio dinero quería devolverle algo de la propina. Ahora sí estábamos en la India, ahora sí estábamos en casa de Esther y ya habíamos tenido nuestro primer acercamiento a la forma de ser india.

Eran la 1 de la mañana, vaya odisea para llegar a nuestro techo, pero bueno ya estábamos el equipo al completo. Ángela se levantó a saludarnos y Carla estaba sopas, así que no le quisimos despertar. Nos quedamos de cháchara hasta las 2 y pico de la mañana, nos contamos un poco nuestras vidas y de cosillas de la India.

Tocó retirada a las habitaciones y entre el calor, el cacharro del AC, el ventilador, el ruido de ambas cosas, que si ahora tengo frío y demás, no pudimos esnucarnos a gusto hasta pasadas las 3. 

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