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India y Nepal: Un Viaje en el Tiempo. IX: Vuelta a Delhi

Capítulo IX: Goodbye, Nepal. Vuelta a la impredecible India.

Por última vez los despertadores fueron los mismos que los días anteriores, pero esta vez a las 9:30 ya nos levantamos para tener tiempo de sobra y poder organizarnos sin problemas. Hoy continuamos nuestro viaje desde Nepal hasta la India. Bajamos a por nuestro desayuno y como ya no íbamos a comer hasta llegar a Delhi pues nos pusimos finos. Esta vez fui yo el que me había levantado semi-febril, pero un paracetamol me sentó de lujo.

Subimos a la habitación a pergeñar nuestras maletas ya que solo podíamos facturar una, así que dividimos los enseres en dos mochilejas y lo más pesado y menos importante al macuto grande. Bajamos a recepción y pagamos con dólares que nos habían sobrado del visado y rupias nepalíes que sacamos del cajero. Desde allí llamaron a un taxi que llegó en unos 20 min. Durante ese tiempo escribimos una postal que habíamos comprado el día anterior y la dejamos en recepción para que nos la enviaran (decir que llegó en Diciembre de 2010).

Al despedirnos del staff nos colocaron unos pañuelos de buena suerte color beige y nos ayudaron con las maletas. Pese a que el aeropuerto no está muy lejos tardamos unos 20 minutos en llegar ya que el tráfico de Kathmandú es infernal. El taxi nos dejó en la puerta de salidas y allí comenzó nuestra odisea que comienzo a relatar a continuación:

La odisea del aeropuerto de Kathamandú

Mochilas al hombro y mano nos dirigimos hacia una cola que había en el vestíbulo, allí preguntamos que para qué era la cola, nos preguntaron a dónde volábamos y nos dijeron que nos pusiéramos a la cola. Tras pasar la puerta enseñando nuestro billete nos encontramos con otra pequeña cola, allí tuvimos que enseñar nuestro pasaporte y billete y pasaron las maletas por un escáner. Después fuimos cacheados minuciosamente y ya fuimos liberados para poder acercarnos al mostrador de facturación de nuestra compañía. Allí nos dieron los billetes y facturamos una de las mochilas.

Las cintas de facturación fueron bastante llamativas, tras pesar la maleta en una báscula llega un hombrecillo con un carrito que coge la maleta y huye con ella cual cinta transportadora. Rudimentario. Seguimos las indicaciones para la salida de vuelos, subimos al piso superior y rellenamos la hoja de salida del país. Con la hoja en mano nos pusimos a la cola del control de pasaportes donde nos los sellaron y se quedaron con la hojita. Cuando creímos que ya al fin íbamos a llegar a un vestíbulo vemos dos colas in crescendo, una para hombres y otra para mujeres. Se trataba de un control policial, cacheo intensivo y maleta de mano por el escáner.

Tras pasar el escáner, ¡oh, sorpresa! Todo hijo de vecino tenía que abrir la maleta y enseñar bolsillo por bolsillo, costura por costura todo lo que había. Para mala suerte mía y buena del señor que revisó mi mochila, llevaba un mechero-linterna que me confiscó. Cuando dio el OK vuelta a meter todo dentro de la mochila otra vez, me pusieron un sello que tuve que enseñar para salir de ahí.¡Al fin llegábamos a la sala de espera! Tras unos minutos avisaron ya la puerta de embarque así que fuimos para allá. Para sorpresa nuestra nos volvieron a cachear y a abrir por completo las mochilas otra vez.

Salimos a pista y un bus nos lleva hasta el avión, cuando al bajar quedamos anonadados al ver un nuevo puesto de control frente a la escalerilla del avión, por suerte no llovía ni hacía mal tiempo. Toqueteados nosotros y violados nuestros enseres por enésima vez conseguimos sentarnos en la maldita aeronave. En ese momento dudaba de si fue mayor tortura la llegada al país o la salida… 

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El trayecto fue corto, unos 90 minutos, pero al llegar a Delhi unas nubes negras nos hicieron pasar unos minutos de perturbadoras turbulencias que presagiaban lo peor, con Gala enganchada al brazo y oscuridad por las ventanas el avión realizó un aterrizaje correcto. Pisábamos de nuevo el moderno y enmoquetado aeropuerto de Delhi. 

Tras 15min de caminata llegamos al passport control y allí, contrariamente a la llegada, nos recomendaron ir al FRRO a registrarnos por haber re-entrado en la India, como en principio teníamos todo el papeleo hecho iríamos al día siguiente. Eso sí, nuestros planes ya se cambiaron por completo porque debíamos coger un tren en unas horas rumbo al Rajastán. Mi malestar y el de Gala unidos al maldito FRRO, nos hicieron cambiar de opinión.

Nuestra maleta salio de la cinta, salimos al vestíbulo principal y sacamos unas rupias del cajero. Afuera pillamos un taxi asegurándonos de que esta vez nos llevara a casa de Esther sin problemas. Por suerte no dimos mucho rodeo y llegamos a su casa. Allí el vecino nos dio las llaves y subimos a descansar y tirar los macutos. Lo primero fue cancelar el billete de tren y avisar a Esther del cambio de planes. Luego llamamos a nuestras familias y esperamos a que volviera del trabajo. Decidió que nos llevaría a un indio que ella conocía a cenar. El sitio estaba bastante bien, se notaba que no era el típico restaurante sino uno de mayor clase. Llenamos nuestros buches sin vaciar mucho nuestros bolsillos y volvimos andando a casa para dormir. Por el oscuro camino charlamos de todo un poco.

Segundo día

No amanecimos muy tarde, nada más irse Esther a currar nos levantamos a por un nesquick y una especie de phoskitos que habíamos comprado la noche anterior. Hasta las 13h no teníamos plan, habíamos quedado con Esther en su curro para comer con ella y de paso ir por la tarde al FRRO que estaba por la zona. Pasamos la mañana frikeando con el ordena y pensando cómo organizarnos la semana. Al final reservamos billetes para ir y volver a Pushkar el miércoles y jueves.

También miramos para ir a pasar el fin de semana a Risikesh con Esther, pero todos los trenes estaban ya en lista de espera y tras mirar las previsiones meteorológicas (intensas lluvias por la zona el fin de semana) desechamos la opción de intentarlo en la oficina turística de la estación.  Bajamos a la calle a pillar el autorickshaw, el curro de Esther estaba cerca de su casa, no tardamos ni 10min. Conseguimos dar con ella y entramos en el complejo de oficinas. Salimos por otra puerta y fuimos a dar a una especie de parque rodeado por edificios y donde en sus bajos diversos chiringuitos estaban llenos de trajeados indios.

El contraste era curioso, una zona de negocios y la gente sentada en sucias mesas, con sucios platos y un olor a comida india que seguramente quedaba impregnada en sus trajes de marca. Nos sentamos en un bareto a comer un poco de pollo tandoori, arroz y panes rellenos de paneer. Mientras comíamos no pude asimilar la estampa del trasiego de gente que comía y se iba en un abrir y cerrar de ojos, fue una grata experiencia. 

El complejo de oficinas

Antes de que Esther volviera al curro fuimos al maldito FRRO, dimos vueltas y más vueltas, así que despedimos a Esther y fuimos preguntando por ahí. Tardamos una ratillo en encontrarlo pero lo hicimos. Allí nos pidieron el pasaporte, nos apuntaron y nos dieron un número. Hicimos cola en la recepción y tras 25min esperando nos atendió. Nos dijo que nos faltaba la autorización del casero de Esther y una prueba de que él era indio, vamos, una puta mierda que nos obligaba a volver y chuparnos una cola de 3h cuando menos. Cabreados salimos del complejo y nos dimos cuenta de lo raro que resultaba el lugar. Estaba vallado, había militares por todos los lados y en medio como una islita repleta de tiendas de campaña ocupadas por indigentes. This is India.

En la puerta buscamos un autorickshaw para que nos llevara hasta el Qtub Minar. Había un buen paseo hasta llegar allí, ya que el sitio se encuentra bastante a las afueras de la ciudad, pero al menos no teníamos que ir al lado contrario y cruzar toda la ciudad. Pillamos las entradas y entramos al complejo. El Qtub Minar se trata de unas ruinas árabes presididas por una enorme torre de 73m. El sitio esta muy chulo y la verdad bastante bien conservado. Hay un par de tumbas y también están las ruinas de la mezquita más antigua de la India. La impresionante torre es muy chula, de color rojizo y con sus últimos pisos de mármol blanco.

También por allí se encuentra una columna de hierro casi sin oxidar y de 2000 años de antigüedad. Dicen que tocarla da buena suerte, cosa imposible ya que está rodeada de unas vallas que ni con un gadgetobrazo la alcanzarías. Me escapé un rato a hacer fotos por la zona y cuando me quise dar cuenta había una docena de indios haciendo cola para hacerse una foto con Gala, vamos, que no se le puede dejar sola. Tras un rescate limpio dimos un paseíllo por la zona y volvimos para casa peleándonos a lo Pekin Express para que nos pusieran el meter.

A las puertas de la mezquita más antigua de la India
La gigantesca torre
Qtub Minar
Ruinas

El paso por casa fue casi testimonial ya que habíamos quedado con Esther para ir a un restaurante japonés, donde por 15€ teníamos barra libre de cerveza y comida (incluido un segundo plato a elegir y un postre). El sitio estaba en New Friends Colony, una zona pijele de Delhi, el restaurante se llama Yum Yum Tree. Allí nos reencontramos con Esther y conocimos a dos amigas de ella, Nina y Carol, muy majetas ellas.

Por la barra móvil no hacía más que pasar comida y más comida así que nos pusimos gochísimos. No había excesiva variedad, pero sí la suficiente. Hinchados de shushi pasamos al segundo plato y para rematar un delicioso postre. Si a esto le unimos las cantidades ingentes de cerveza, podemos decir que esta fue la mejor cena del viaje con diferencia.  Hinchados como globos volvimos a casa a descansar, nos despedimos y cogimos un auto para los tres. Nuestro cuerpo pedía descanso.

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